“Cosas que (sí) me devuelven el alma al cuerpo”

🌀 Últimas noticias desde el cerebro niebla: Llevo tres días operando en modo demo, con el cerebro en “actualizando, por favor no apague el dispositivo”, y el Sjögren pegado como pestaña postiza mal puesta. No sé si desayuné o si eso fue ayer… o en otra vida. He confundido el suavizante con la crema de manos, he intentado abrir la puerta con el control remoto de la tele, y tengo la ligera sospecha de haber mantenido una conversación entera con una planta.

Pero tranquilos: sigo funcional… más o menos… gracias a la escritura, el café tibio y la supervisión constante de mis gatos, que, aunque no entienden el Sjögren, saben perfectamente cuándo acostarse sobre mi teclado para que no haga nada “productivo”.

💭 Hay días en los que todo duele, todo pesa y hasta el alma parece que se tomó vacaciones sin avisar. Días en los que ni el gotero, ni la pastilla, ni la siesta hacen efecto. Solo queda respirar... o al menos intentarlo con cara de que todo va bien.

¿La buena noticia?Incluso con la niebla mental a nivel Londres, escribir me sigue devolviendo pedacitos de alma (y algo de dignidad), aunque sea con la ortografía de un koala insomne.

📓 Cosas que me ha dado escribir (más allá del dolor en la muñeca y los suspiros largos):

✔️ Un lugar seguro donde no tengo que explicarme todo el tiempo.

✔️ Una forma de decirle al mundo: "No estoy bien, pero no pasa nada si lo cuento."

✔️ La posibilidad de reírme de mí misma, de mis síntomas, de los brotes, de los goteros en la cartera…

✔️ Y la magia, sí, esa bonita magia, de conectar con otras personas que leen lo que escribo y dicen:"A mí también me pasa. Gracias por ponerlo en palabras."💛

Porque a veces, lo que más cura no es lo que entra por la boca… sino lo que sale del corazón (y del teclado). Y así, entre teclas, humor y verdades incómodas, aparecen esas pequeñas cosas que logran lo que ni la pastilla, ni el gotero, ni la siesta consiguen: hacerme volver a mí.

Es por eso que hoy quiero compartirte esas cositas mágicas, esas tonterías preciosas que, sin pretenderlo, me devuelven el alma al cuerpo:

💛 Mi top personal (sin orden, porque con niebla no priorizo):

🫖 Una taza caliente entre las manos (el té de manzanilla tiene más abrazos que propiedades).

🎧 Escuchar música suave o una canción que me rompa y me recomponga en 3 minutos.

📖 Leer un párrafo que me hace decir: “Wow, esto soy yo”.

🌱 Tocar las hojas de mis plantas o hablarle a la albahaca como si fuera mi terapeuta.

🎨 Pintar sin pensar en el resultado, solo por el placer de mancharme los dedos.

🐾 Abrazar a mis gatos y sentir que todo está en orden mientras ronronean.

🎬 Ver una película que ya sé cómo termina, pero igual me consuela.

🚿 Ducharme con agua tibia, con calma, y quedarme ahí un rato sin prisa.

🌄 Asomarme a la ventana y recordar que afuera hay vida... aunque no salga hoy.

📝 Escribir. Aunque sea una línea. Aunque sea: “hoy no puedo”.

No son remedios.

No curan el Sjögren.

Pero, sinceramente, han sido más efectivos que muchos consejos no pedidos tipo:

“Ánimo, tú puedes”, “Es cuestión de actitud” o el clásico

“Sal a caminar, que eso lo cura todo”.

Gracias, pero no.

A mí lo que me devuelve la vida es quedarme quieta, oler a lavanda y saber que no tengo que ser productiva para ser valiosa.

✨Quizás tú también tengas tu propia lista secreta de cosas que te devuelven el alma al cuerpo. No tienen que ser perfectas, ni productivas, ni dignas de likes. Solo tienen que hacerte bien. Porque a veces, lo más pequeño… es justo lo que más nos repara.

💌 Carta a la Escritura

Querida escritura:

Gracias por aguantarme incluso cuando no me aguanto ni yo.

Gracias por no pedirme explicaciones, por dejarme ser incoherente, cursi, dramática o profundamente graciosa… según el brote del día.

Gracias por darme refugio cuando el cuerpo se rinde, la mente se apaga y la emoción va en caída libre.

Gracias por convertirme en cronista de mi caos, traductora de mi dolor, y exploradora de lo invisible.

No siempre me sale bonito. A veces ni siquiera se entiende lo que escribo (gracias, niebla mental).

Pero tú sigues ahí.

Fiel.

Paciente.

Compinche.

Escribir no me ha curado el Sjögren, pero me ha devuelto muchas veces las ganas de quedarme.

Y eso, querida amiga de tinta imaginaria… ya es suficiente milagro.

Con cariño seco, pero profundo,

Kryusman