Crónicas de una espalda contracturada y un andaluz con chistes que no pillo (pero igual me hacen bien)
- Kryusman
- 8 abr
- 2 Min. de lectura

Hay amores que salvan.
Y luego está el mío, que además de salvar… te da masajes en la espalda cuando el dolor no te deja ni respirar.
Ese hombre que, aunque no tenga bata blanca ni título de reumatólogo, ha sido mi mejor medicina en este proceso con nombre exótico: síndrome de Sjögren.
Él no necesita entender todos los síntomas para saber cuándo necesito un “ven, cari, tú tranquila” o su clásico andaluz: “¿Qué pasa, chiquilla?”, con esa sonrisa que desarma más que cualquier antiinflamatorio.
El sarcasmo, ese idioma que aún no manejo
Confieso que vivir con un andaluz ha sido otro nivel de adaptación cultural.Porque una cosa es tener el cuerpo seco, y otra muy distinta… es quedarte seca tratando de entender el sarcasmo.
Y claro, a veces el pobre me suelta una frase llena de gracia sureña y yo lo miro con cara de “¿eso es un insulto, un chiste o una receta de cocina?”
Spoiler: me lo tiene que explicar. Casi siempre.
Y eso arruina un poco el chiste, lo sé.
Pero aun así, nos reímos. Porque al final lo importante no es pillarlo todo… sino pillarnos el uno al otro.
Masajes que curan y libertad que abraza
De todas las cosas lindas que vivimos juntos, hay algo que le da nombre a lo nuestro y es una frase que repetimos mucho:
“Tú tan Tú y yo tan Yo”.
En esta casa no hay máscaras ni “tengo que estar bien para que el otro no se preocupe”.Aquí hay espacio para mi gruñona, para su sarcasmo, para mis días llorones, para sus chistes andaluces y mis eternas preguntas de “¿eso qué significa?”Aquí hay libertad para ser exactamente quienes somos.
Y eso es amor del bueno.
Carta con amor, risa y un poco de crema
Mi querido andaluz, masajeador oficial de mi espalda y cómico de cabecera:
Gracias por tus manos que alivian cuando el cuerpo grita.
Gracias por tus frases andaluzas que me desconciertan, pero me hacen reír (una vez me las explicas).
Gracias por hacer que cada cita médica sea menos dura y por llenarme los días grises de color, a veces con una mirada, a veces con un abrazo, y otras con un “¡Chiquilla, que ya está bien!”
Gracias por dejarme ser tan Yo y por ser tan Tú.
Así, libres, raros, reales.
Te amo por todo eso y por más.
Siempre tuya, siempre mia
Kryusman, auténtica-mente libre.
Que bonito