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El poder del amor sencillo: Gracias, Francisco


Hoy el mundo amanece con una ausencia que se siente inmensa. Ha partido el Papa Francisco, y aunque no todas las personas del planeta compartan una misma fe, hay algo que muchos sí compartimos: el respeto, el cariño y la admiración por un hombre que, con pasos humildes y mirada compasiva, tocó millones de corazones.


Desde este espacio amoroso que es Tu Corazón Baila, quiero dedicarle unas palabras. No como homenaje institucional, sino como carta abierta de gratitud. Porque su legado no fue solo religioso, fue profundamente humano.


La revolución de la ternura

Francisco nos recordó que el amor no necesita adornos. Que cuidar del otro, ser compasivos, acompañar al que sufre, pedir perdón y vivir con sencillez… también es una forma de resistencia en un mundo que a veces se endurece demasiado.


Con su voz pausada y su sonrisa serena, defendió causas profundas: la justicia social, el respeto por la Tierra, la dignidad de los pobres, la importancia del perdón, la ternura como valor. No vino a imponer, sino a proponer un camino más amable para todos.


Un legado que trasciende creencias

En tiempos de división, Francisco fue un puente. Un hombre con los pies en la tierra y el corazón abierto. Cercano, real, con sentido del humor y una espiritualidad profundamente humana.


Sus mensajes no hablaban solo de dogmas, hablaban de abrazos. De no juzgar. De no dejar afuera a nadie. De mirar a los ojos. De construir paz con gestos cotidianos.

Y desde la psicología positiva, eso también es amor en acción. Es liderazgo con alma. Es enseñanza viva.


Gracias, Francisco… por tanto

Gracias por tu ejemplo de coherencia. Gracias por recordarnos que el poder está en lo simple. Gracias por hablar de ternura cuando parecía una palabra débil. Gracias por recordarnos que el corazón también es parte de la fe, y que la compasión no tiene religión.

Hoy, desde este rincón que también cree en el amor como fuerza generadora, honramos tu paso por este mundo. Y tomamos tu legado con manos abiertas.



Un deseo, una promesa

Que sepamos vivir con más ternura. Que escuchemos más, abracemos más, juzguemos menos. Que no esperemos ser perfectos para servir. Que nuestra espiritualidad, sea cual sea, esté llena de humanidad.


Y que nunca olvidemos que el corazón también baila cuando el amor es sencillo, cuando se vive con humildad y cuando se entrega sin condiciones.


Buen viaje, Francisco. Y gracias por hacer del mundo un lugar más humano. ✨

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