La vida cambia en un segundo (y no le importa tu agenda)
- Kryusman

- 8 sept
- 4 Min. de lectura

Un día estás tomando tu café tranquilo, haciendo tu lista de cosas por hacer (tipo “ser feliz, tener energía, no olvidarme las llaves ni el cerebro”) y al siguiente… ¡BOOM! Plot twist.
Una noticia, un diagnóstico, una persona, un mail, un síntoma que se convierte en huésped fijo... y zas: la vida se te da la vuelta como tortilla bien española.
Sí, querida alma bailarina, la vida cambia.
A veces para bien.
A veces para mal.
A veces para lo que parece mal, pero luego resulta ser una maravilla disfrazada de caos.
Y a veces… solo cambia porque sí.
Sin explicación, sin permiso, sin consulta previa.
🎭 ¿Tiene que ver con tus decisiones?
Claro que sí.
Tu vida no es una novela turca donde todo depende del karma, el horóscopo o la voluntad dramática de un guionista con insomnio.
Tus decisiones importan.
Tus hábitos, tu forma de hablarte, de relacionarte, de cuidarte o de ignorarte… todo eso construye realidad.
Pero —y aquí viene el giro argumental— también hay momentos donde no hiciste nada malo (ni nada en particular, de hecho).
No tomaste malas decisiones.
No comiste vidrio.
No ignoraste las señales del universo (¡ni siquiera estabas mirando al cielo!).
Y, sin embargo, pum:
El cuerpo grita.
El trabajo se esfuma.
El amor se tambalea.
O, de la nada, la vida se saca un as bajo la manga:te diagnostican una enfermedad rara,te despiden sin previo aviso,un familiar te necesita con urgencia,aparece un accidente que cambia todo,o simplemente la muerte toca la puerta equivocada.
Y ahí quedas, sin manual de instrucciones ni kit de repuestos, mirando el caos como si fuera un paquete que nunca pediste.
Con tu agenda bonita, tu bullet journal, tu Excel de “metas 2025”, tu lista de compras y tu intención de “este año sí me cuido”.
¿Y qué hace la vida?
Se planta con su mejor cara de meme y te dice:
“Cambios de planes, cariño.”
Y tú, con mirada de “¿Perdona?”, revisas tus casillas marcadas:
✔ Comer sano
✔ Meditar
✔ Ser buena persona
✔ No matar a nadie en el tráfico
✔ Ir al médico
✔ Tomar agua
Y aun así... ¡zas! Plot twist.
Porque la vida no viene con garantía ni política de devoluciones.
Y sí, a veces parece que la decisión más importante que tomaste fue no morirte del susto al ver cómo todo cambia sin previo aviso.
Pero, ojo…Que no lo hayas elegido, no significa que no puedas elegir cómo vivirlo.
🌪 La tormenta viene, con o sin invitación
Y a veces no llega como en las películas, con relámpagos épicos y música de fondo… sino en formato “correo inesperado”, “análisis médico que no esperabas”, “factura sorpresa” o “esa llamada que te cambia la semana entera”.
Desde la psicología positiva no se trata de negar lo difícil ni de disfrazarlo con lentejuelas. No. Se trata de reconocer que hay un vendaval, que te despeina, que te moja los calcetines y que, aunque no lo pediste en Amazon Prime, igual llegó a tu puerta.
La clave está en mirar lo que sí puedes hacer dentro del huracán.
Porque cuando todo cambia —sí, incluso con Sjögren y todo lo seco que conlleva, o con cualquier otro caos que no pediste— la pregunta real no es:
❌ ¿Por qué me pasa esto a mí?
✔ ¿Qué voy a hacer con esto ahora?
Y esa diferencia parece pequeña, pero es un mundo.
Porque lo primero te encierra en un bucle de víctima, y lo segundo te abre la puerta a elegir (aunque sea una elección mínima, tipo: “hoy decido cambiarme el pijama”).
🧠 Realismo práctico, no positividad tóxica
La vida no siempre mejora.
A veces solo es.
Y nuestro trabajo no es ponerle glitter ni frases de taza barata del estilo “todo pasa por algo”.(No, querida, a veces solo pasa… y punto).
Lo que sí podemos hacer es abrir los ojos y preguntarnos:
👉 ¿Qué puedo aprender de esto sin perderme en la culpa o el drama?
👉 ¿Qué puedo construir, aunque sea pequeñito, en medio del caos?
👉 ¿De qué me río hoy, aunque sea con cara de “qué demonios está pasando”?
👉 ¿Qué agradezco, aunque sea algo mínimo como “todavía hay café”?
Ese es el realismo práctico.
No negar lo feo.
No convertirlo en arcoíris obligatorio.
Sino aceptar que la tormenta está ahí y que, aunque no controlo el clima, sí puedo elegir mi paraguas, mis botas o incluso bailar descalza en el charco.
🌱 Cuando no puedes cambiar lo que pasa, puedes cambiar cómo lo bailas
Hay días en que el cuerpo pesa como plomo y el alma decide declararse en huelga indefinida.
Días en los que levantarse de la cama ya es un acto heroico digno de ovación con fuegos artificiales.
Pero incluso ahí, hay algo que sigue siendo tuyo: la forma en que eliges tratarte.
Puedes decirte:“Hoy no controlo el guion, pero sí decido no ser mi propia villana.”
“Hoy me abrazo en lugar de exigirme.”
“Hoy me permito existir, aunque mi único logro sea mirar al techo con cierta dignidad.”
Y eso, querida alma bailarina, es poder real.
Ese microespacio de libertad emocional donde la tormenta no manda, mandas tú.
Eso es vivir con conciencia: aunque el paso sea lento, aunque el baile sea raro, aunque solo alcances a mover un dedo al ritmo de tu respiración.
Porque bailar la vida no siempre es moverte mucho.
A veces, es simplemente no dejar de escucharte.
💛 Moraleja (con moño y sarcasmo)
La vida no avisa. Se mueve como quiere.
Tú puedes gritarle, ignorarla o llorar… o puedes bailar con ella, aunque sea a pasitos pequeños y con las rodillas crujientes.
Así que, si hoy tu mundo cambió, si estás en un nuevo capítulo que no pediste (o que te emociona), respira.
No estás sola.Y no debes tenerlo todo claro.
Solo ábrete a lo que venga con la mejor herramienta que tienes: tu forma de mirar.
Y si el día viene seco… pues que se riegue con humor, cariño y un buen abrazo, aunque sea de ti para ti.

¿Lo compartimos hoy con moño desordenado y corazón abierto?
💬 ¿Te ha pasado algo que te cambió la vida sin previo aviso?
Te leo.

















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