Perseverancia: bailar con tu verdad… incluso cuando la cama te hace ojitos
- Kryusman

- 26 sept.
- 5 Min. de lectura

¿para qué demonios sirve perseverar?
Seamos sinceros: ¿quién no ha querido mandar todo al carajo alguna vez?
😅Dietas, rutinas de ejercicio, proyectos personales, relaciones… la vida es como ese jueguito de feria en el que crees que le vas a pegar al blanco y ¡zas!, te cae un balde de agua en la cabeza.
Y ahí es cuando llega la gran pregunta:
¿vale la pena seguir?
La respuesta corta: sí.
La larga: también.
Porque la perseverancia no es un castigo, ni una condena a sufrir como mártir.
Es la manera en que le dices al mundo y a ti mismo: “no me rindo, pero tampoco me voy a volver loca en el intento”.
La perseverancia es como el Wi-Fi de tu vida: puede ser invisible, inestable a ratos, pero cuando lo tienes funcionando, todo fluye mejor.
Y, sobre todo, te sostiene en lo importante: tu autenticidad, tu bienestar y tu capacidad de bailar con tu verdad aunque nadie te esté aplaudiendo.
Y no, perseverar no es solo para atletas olímpicos ni gurús motivacionales. Es para ti, para mí, para cualquiera que alguna vez haya tenido que levantarse de la cama cuando la cobija te estaba abrazando mejor que cualquier persona.
1) El mito del “acto heroico” vs. la constancia en chanclas
La cultura a veces nos vende la perseverancia como una escena de película: música épica, iluminación perfecta, tú corriendo en cámara lenta…En la vida real es más bien: moño alto, cara de sueño y esa vocecita del sofá con Netflix diciendo: “quédate, hoy estrenaron serie nueva”.
Spoiler: perseverar no es un arrebato, es hábito. Es sostener tu autenticidad día tras día, aunque el camino no esté lleno de confeti.
2) ¿Por qué cuesta tanto? (versión cerebro buena onda)
Tu cerebro es práctico: le encanta ahorrar energía y repetir lo conocido. Por eso prefiere lo cómodo (scroll infinito, postergar, complacer a todo el mundo) sobre lo valioso (límites, rutinas, proyectos con alma).
La salida no es “forzarte a lo bruto”, sino hacerle fácil a tu cerebro lo que te hace bien: pasos chiquitos, señales claras, recompensas amables.
3) Mini-historia con guiño 😉
Suena la alarma. La nevera, provocadora: “ven, aquí te tengo un postrecito que te hará olvidar la rutina”.
Tu yo auténtica responde con un guiño y un trato: “ok, me muevo primero 5 minutos, luego vemos lo del postre”.
Empiezas a mover hombros, cuello, respiración… A los 5 ya vas por 8. Terminas en 10.
¿Medalla olímpica? No.
¿Orgullito interno y cuerpo agradecido? Total.
Eso es perseverancia.
4) Perseverar cuando el cuerpo habla bajito (Sjögren & días sensibles)
Perseverar no es hacerse el héroe y pasar por encima del cuerpo.
Eso es una receta para el desastre (y para acabar con más dolor que orgullo).
Perseverar es otra cosa: es escuchar al cuerpo con amor y ajustar el plan sin perder el rumbo.
Imagina que tu cuerpo funciona como un semáforo:
🟢 Día verde (me siento bien): aprovecha la luz, arranca con tu rutina completa. Haz yoga, camina, baila, avanza en lo que más te nutre. Verde significa “dale, que hoy sí fluye”.
🟡 Día ámbar (sensibilidad o cansancio): aquí toca ir con calma. Haz una versión mini: 50–70% del plan. Piensa en “menú degustación” en lugar de banquete. Cumples, avanzas, pero sin forzar.
🔴 Día rojo (brote, dolor, cero energía): aquí la perseverancia se viste de cuidado radical. Hidratación, pausa, pedir apoyo, respirar y hacer un ritual mínimo (un estiramiento suave, unos mimos, una siesta santa). No es abandono, es inteligencia amorosa.
5) 7 micro-hábitos que sostienen tu autenticidad
La perseverancia no vive en los grandes discursos, vive en los gestos chiquitos que repites cada día.
Aquí van tus súperpoderes mini:
La regla de los 5 minutos
⏱️ – Promete empezar “solo 5” (y muchas veces terminarás en 15).
Si-Entonces
📌 – “Si son las 7:30, entonces me estiro 3 minutos”. Fácil, concreto y sin drama.
Empareja tentaciones
🎧 – Solo escucho mi podcast favorito mientras camino o doblo ropa.
Micro-victorias visibles
✅ – Pon stickers, cruces o caritas felices en tu calendario. Tu cerebro se emociona con dibujitos más que con discursos.
Ambiente que empuja
🧺 – La esterilla a la vista, el agua en la mesa, las gotas en el bolso. Que todo te diga: “¡vamos, tú puedes!”.
Apoyo humano
– Esa amiga que recibe tu mensajito: “Hoy hice mi mini-meta ✔️”.
Celebración pequeña
🎉 – Mano al corazón + sonrisa + “¡Bien por mí!”. Gratis y efectivo.
6) Obstáculos comunes y respuestas con cariño (y picardía)
Pereza nivel Diosa de la Sábana
😴: empieza con 2 minutos, aunque sea mover los dedos de los pies.
Perfeccionismo
🙃: recuérdalo siempre: “Hecho, aunque imperfecto, es progreso”.
El “qué dirán”
🙄: no pagan tus facturas ni sienten tus dolores, así que next.
Comparación
🤳: tú no eres copia, eres edición limitada.
Culpa por poner límites
💔: piensa en ti del futuro aplaudiendo: “gracias por cuidarnos”.
7) El Plan 10-10-10 (cuando estás sin gasolina)
Para esos días en que la vida te deja con la batería al 2% y sin cargador a la vista:
10 respiraciones lentas.
10 movimientos suaves (cuello, hombros, muñecas, gato-vaca).
10 segundos de gratitud (nombrar 3 cositas pequeñitas).
👉 Reset rápido, sin drama.
8) Tu “Perseverómetro” (semáforo práctico)

Tu Perseverómetro es la versión de bolsillo del semáforo que vimos antes, para tenerlo claro y
no negociar con la pereza:
🟢 Verde: Hago el plan completo.
🟡 Ámbar: Hago versión reducida (50–70%).
🔴 Rojo: Solo el ritual mínimo + descanso consciente.
⚡ La clave: decidir antes qué entra en cada color. Así, cuando llegue el bajón, aplicas tu manual sin darle vueltas.
9) Límites con amor (guiones listos)
Cuando perseveras en cuidarte, los límites se vuelven parte del plan. Aquí algunas frases listas para copiar y pegar:
“Ahora no puedo, pero el jueves te confirmo”.
“Hoy necesito descanso, te acompaño con X mañana”.
“Gracias por pensar en mí; esta vez paso para cuidarme”.
👉 Perseverar también es defender tu energía con dulzura.
10) Perseverar también es desapegarse del resultado
Constancia no garantiza premios rápidos.
A veces trabajas, descansas, cuidas y… silencio.
Allí está el músculo invisible de la perseverancia: seguir cuidando lo que importa sin aplaudidores, confiando en tu proceso.
Querida Perseverancia:
Gracias por llegar sin ruido.
Por tomarme la mano cuando mi pereza hace drama, cuando el dolor se asoma, cuando el mundo me pide encajar.
No eres grito, eres susurro.
No eres prisa, eres paso.
Quédate cerquita, para recordarme que mi verdad merece constancia y ternura.
Con amor,
Yo (la que sigue, aunque sea despacito).

Reflexión final
La perseverancia no es una batalla contra ti; es una alianza contigo.
Se construye desde el autocuidado, la autocompasión y la claridad de tus valores.
Cada micro-paso refuerza tu identidad: soy alguien que se elige a sí misma con amor.
Cuando vengan los momentos grandes, no improvisas: ya estás entrenada.

















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