top of page

Cuando la vida se encoge un poquito: el duelo y sus formas de transformarnos

  • Foto del escritor: Kryusman
    Kryusman
  • hace 12 minutos
  • 2 Min. de lectura
El duelo

Hay duelos que no avisan.

Te llegan al alma como una ráfaga que te deja sin aire, y por un momento el mundo parece volverse más lento, más gris, más pequeño. No importa si fue una despedida esperada o una pérdida repentina: el corazón se arruga igual, con esa mezcla de amor, dolor y silencio que solo quien ha amado entiende.


Porque sí… el duelo no solo aparece cuando alguien muere.A veces llega disfrazado de ruptura, de mudanza, de despido, de mascota que ya no te recibe en la puerta o de etapa que termina sin previo aviso. Es ese momento en que una parte de ti sabe que algo ha cambiado para siempre, y aunque no quieras, tienes que soltar.


Y entonces la vida te mira, con su cara de “yo te avisé que todo cambia”, y tú —entre lágrimas, café y pañuelos— descubres que no hay escapatoria. No puedes huir, ni esconderte debajo del edredón para siempre (aunque ganas no falten).


Solo puedes mirar de frente lo que duele, sonreírle un poquito, aprender y seguir.


El duelo también enseña


La Psicología Positiva no niega el dolor.

No va de ponerle purpurina al sufrimiento ni de repetir “todo pasa” como un mantra vacío. Va de reconocer el valor de cada experiencia, incluso de las que no elegimos vivir.


El duelo, por más duro que sea, nos conecta con lo más humano que tenemos: la capacidad de amar, de sentir y de transformar.

Cuando atravesamos una pérdida:


  • Reaprendemos quiénes somos sin eso o sin esa persona.

  • Reconstruimos nuestro mapa emocional, aunque al principio parezca que no hay brújula.

  • Descubrimos fortalezas que ni sabíamos que existían.


Y, tarde o temprano, agradecemos. No por la pérdida, sino por lo vivido, por lo compartido, por lo aprendido.


 Y sí, se puede llorar… y reír también


Hay días en los que una canción te rompe, y otros en los que te da por reírte recordando alguna anécdota absurda. El corazón, aunque dolido, tiene un humor raro pero sabio. Sabe cuándo necesita llorar, cuándo necesita silencio y cuándo puede volver a bailar.

Así que permítete todo:


Llora si lo necesitas.

Abraza si puedes.

Calla si duele.

Y ríe, cuando el alma te dé permiso.


Porque el duelo no es un enemigo a derrotar, sino un proceso que nos enseña a amar mejor, incluso lo que ya no está.


Al final…

La vida no está hecha solo de comienzos, sino también de finales. Y en cada uno hay una semilla que espera brotar.

El duelo, aunque duele como un demonio, también abre un espacio para la ternura, para la gratitud, para volver a mirar la vida con otros ojos.

Si estás atravesando uno ahora, no corras para salir de él.

Camina despacito, respira, cuídate.Y recuerda: el duelo no te rompe, te transforma.


Tu corazón, aunque arrugadito, volverá a bailar… a su tiempo, a su manera, con nuevas melodías.

 


ree

¿Y tú… qué duelo estás aprendiendo a abrazar hoy?

Cuéntamelo en los comentarios y hagamos juntos que el amor siga siendo el centro de todo.

Tu Corazón Baila — Aquí no curamos milagrosamente... pero te acompañamos con amor, humor y alguna que otra carta que te abra el pecho (de emoción, claro).

  • Linkedin
  • Instagram
  • Facebook Social Icon
bottom of page